martes, 29 de julio de 2014

Gobierno a la moda (La carta del lector que se volvió columna)


Gobierno a la moda

J. Jesús Rojas Rivera                                        
Politólogo

Lunes, 10 de febrero de 2014.

No hace mucho tiempo algunos ciudadanos, especialmente los jóvenes, tomaron la bandera del proteccionismo animal como una causa para organizarse y agruparse. En el mundo, los temas de conmiseración con los animales ganan espacio sobre otros asuntos que fueron socorridos por el juvenil espíritu de la filantropía en tiempos pasados. En años recientes ese particular grupo social buscan entrar en la agenda pública de múltiples maneras. Estas agrupaciones legales y legítimas, protestan de diversas formas contra todo aquello que represente “el menoscabo de los derechos de los animales”, muchas veces, sin importar la transgresión de los propios derechos del hombre.

Las decisiones de los gobiernos, deben guardar tres garantías primordiales; 1) Legalidad, 2) Viabilidad  e 3) Interés público. Cuando un gobierno toma una decisión y dicta una política pública, lo menos que debemos esperar los ciudadanos, es que, dicha política atienda los principios básicos de la administración de los recursos y los espacios comunes. Sea pues, un acto de racionalidad gubernamental y no, una decisión tomada exclusivamente para la atención de la agenda mediática y los actores de moda en la opinión pública.

El gobierno municipal de Culiacán, en un acto sin precedente en Sinaloa, decidió cancelar los permisos para la instalación de espectáculos circenses en donde se exhibieran animales. Justificando lo anterior el alcalde dijo; “La alegría no puede fincarse en el maltrato de los animales”. Posterior a ello, instruyó al oficial mayor e inspectores de vigilancia para que en ésta municipalidad, no se otorguen más permisos a tales eventos.

La postura evidencia una toma de decisión a ligera, el alcalde olvidó que los circos no son el único espectáculo en Culiacán donde se utilizan animales. Cada año en el mes de noviembre y diciembre, el palenque de la feria ganadera, realiza aproximadamente 180 peleas de gallos durante los casi los 30 días de las festividades. En las peleas de “compromiso” se mueven millones de pesos en taquilla, venta de alcohol, apuestas y vendimias, dejando una derrama económica sustanciosa para el ayuntamiento, en el marco de la presentación de artistas de renombre en el ámbito grupero. 

Podría afirmar que el alcalde en ese tema, no entrará a velar por “protección de los derechos de los animales” de fondo, toda vez que jamás negará el permiso para la instalación del espectáculo de sacrificio animal, respaldado por poderosas empresas del entretenimiento popular en el norte de México.
En el marco de las incongruencias, también tenemos el Zoológico de Culiacán, en cuyas jaulas se encuentra animales de diversas especies en condiciones de hacimiento, desnutrición y atenciones inadecuadas, dicho espacio público no tiene la atención de veterinarios especialistas en la fauna expuesta. El “parque de los animales” ha recibido recursos públicos millonarios para el acondicionamiento de sus instalaciones. Justo ahora, la administración prohibicionista, destina recursos materiales y financieros para el mantenimiento y operación de dicho lugar de encierro animal.

Una manera socorrida de llamar la atención en los gobiernos que inician periodo, es acomodar el discurso y las primeras acciones públicas en temas de mucho ruido y poco contenido. En este sentido, las decisiones del alcalde son desafortunadas, vacías e incongruentes, pero que, por su “naturaleza” y permeabilidad en la agenda mediática, le dan ahora la vuelta al mundo.  

Cuando Sergio Torres presentó su equipo de trabajo, me pareció que la gente detrás de la toma de decisiones en Culiacán, estaría a la altura de nuestra comunidad. Ese equipo de expertos, encabezados por el secretario del ayuntamiento, tuvo mi voto de confianza inicial. Hoy, a escasos 35 días de iniciado el gobierno, llega pronto la decepción, pues las primeras acciones dejan el sabor de la ocurrencia y alejan el espíritu de la política pública objetiva, racional y eficiente.

No quiero abundar en los recuerdos de infancia de todos quienes disfrutamos los circos; con sus changuitos, jirafas y caballos, de la alegría que causa a los niños subirse en un elefante domesticado o ver al feroz león saltar por un aro de metal. No quiero pensar que hoy, el gobierno municipal asume mi potestad como padre para definir “en que sí y en que no” se puede, a dicho del alcalde, “fincar la alegría” de mi familia. Y en su facultad tomada a la ligera, le niega a mis hijos el derecho de disfrutar un espectáculo tradicional, sano y hasta donde tengo conocimiento, incapaz de causar un menoscabo en la formación cívica de nuestros niños. Las prohibiciones de índole público deben sustentarse, ser congruentes y velar por el interés común, nada de ello veo en la decisión expuesta.


El gobierno que creí, se regiría por decisiones técnicas, terminó por regalarnos una muestra de que el empirismo y dicharacherismo pueden más que la razón y el derecho, toda vez que los ahora afectados, podrían sin mayor complicación revertir ese mandato ilegal en un sencillo amparo de nulidad contra un acto administrativo transgresor de sus derechos, que; en teoría y para la foto está en pro de los “derechos” animales. Esto último, también a medias y entrecomillado. 

Carta del lector, la primera columna en Noroeste.

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