jueves, 31 de julio de 2014

Reforma política, la segunda parte

Jesús Rojas Rivera
Viernes 16 de Mayo de 2014



Como enmendado la anterior, mejorando sustancialmente el calado de las propuestas, se presentó ante el Congreso del Estado, el segundo paquete de reformas derivadas de los foros “Compromisos por Sinaloa”. En dicha entrega, sobresalieron temas importantes, fundamentales para la transformación de Sinaloa.

Dentro de las propuestas entregadas por el secretario de gobierno al órgano legislativo, destacan la creación del Consejo Estatal de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Mucho tiempo se tiene pidiendo en Sinaloa, un organismo capaz de coordinar y evaluar las políticas sobre desarrollo social, que establezca sistemas de identificación y medición de la pobreza, de manera clara y objetiva, donde se garantice la transparencia en el desarrollo de las políticas de atención a la pobreza. Cuantificar y definir las necesidades para poder atender con eficiencia y eficacia las carencias de los más necesitados en Sinaloa.

Es importante mencionar, que la creación de dicho consejo técnico no asegura el cumplimiento de las funciones del mismo. Debemos velar por una integración transparente para su ejercicio en total autonomía, pues en la independencia de sus mediciones y decisiones, podría estar, la solución a los problemas de la pobreza en sus múltiples dimensiones.

En ese mismo sentido, el de la autonomía, se ve un avance importante en materia de transparencia al proponer la modificación al órgano garante en Sinaloa. Esta propuesta da una esperanza a los ciudadanos sobre un cambio de fondo en la atención y seguimiento de las solicitudes de información pública. La autonomía e independencia de la CEAIPES, es una consigna ciudadana que han enarbolado diversas asociaciones civiles, esperemos que esta muestra de apertura sea más que un mensaje de buena voluntad y se concrete en una de las primeras peticiones esencialmente ciudadanas llegadas a manos de los diputados mediante los foros.

Quiero resaltar, que a mi juicio, la más importante de las propuestas, fue la que habla sobre la procuración de justicia en Sinaloa.

Una de las críticas constantes que ha recibido el Ejecutivo estatal, han versado sobre la “politización” de la procuración de justicia. Sobre los hilos que se enredan entre los funcionarios públicos encargados de las investigaciones y las consignaciones de los presuntos responsables con intereses políticos vigentes. El caso no puede ser más oportuno, el cobarde asesinato de Sandra Luz Hernández, el lunes pasado a plena luz del día en una céntrica calle de la capital sinaloense, ha sacado a flote en prácticamente todos los medios de comunicación nacionales un debate sobre la delimitación de las responsabilidad de los poderes constituidos del Estado.

Sin duda, la responsabilidad del Ejecutivo y sus mandos policiales está en la salvaguarda de la vida de las personas, su integridad física y patrimonio. Pero no debe confundirse esa facultad conferida en la Constitución, con aquella que permite la persecución de los delitos y la representación social de la causa jurídica del ofendido, misma que se deposita en los órganos de procuración de justicia.

También se debe tener cuidado al ejercer el legitimo derecho de petición y exigencia de justicia a las autoridades, pues en un Estado democrático, la impartición de la misma se lleva en los tribunales, con los jueces y magistrados que forman parte del Poder Judicial a quienes debemos exigirles total independencia del poder Ejecutivo.

La iniciativa para la creación de una fiscalía autónoma e independiente llega en un momento de duelo social, Sinaloa le llora a sus muertos y sus muertas, a sus desaparecidos. La impunidad campea desde Choix a Escuinapa, los jueces no pueden juzgar sin detenidos y no pueden sentenciar sin la debida integración de la demanda. Y parece que ahí está el punto crisis, en la ambigüedad jurídica de la representación social en la procuración de justicia. La iniciativa dibuja una exigua esperanza, y las esperanzas aun las más pequeñas, son, según Aristóteles el sueño del hombre despierto. Luego le seguimos. 

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