Jesús Rojas Rivera
Viernes 8 de agosto de 2014
Comenzaré con una frase de Michel
Foucault, filósofo de la nueva era francesa, excepcional teórico social: “Donde
hay poder, hay resistencia al poder”. En ese sentido, en Sinaloa se sintió el
poder de los medios de comunicación, al unirse en las consignas: #NoAl51bis o
#LeyMordaza.
La reunión del 4 de agosto dejó
para la posteridad una imagen importantísima en la vida pública de Sinaloa. Los
medios de comunicación y periodistas –ese gremio generalmente desarticulado,
poco cohesionado por las dinámicas propias de la profesión y los intereses de
las empresas informativas— lograron acuerdos comunes para la exigencia a la
derogación del artículo 51 bis de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de
Justicia del Estado.
Ante el evidente riesgo en el que
se puso la libertad de expresión y con ello la labor de los medios de
comunicación y sus periodistas, el gobernador se comprometió ante los principales
líderes del gremio a dar marcha atrás en el artículo votado “sin querer” por la
mayoría de los legisladores locales. En un acto sin precedente, el Ejecutivo
tomó la responsabilidad del Legislativo, a mi juicio, principal responsable de
la situación que se vive.
Endoso la responsabilidad al
Poder Legislativo por ser un cuerpo colegiado que no debate, que no discute,
que dejó de cumplir su papel en las funciones del Estado. Es un poder
constituido parco y gris, que no representa el ideal democrático para el cual
fue electo. Los diputados están dejando un vacío de poder que, en este caso,
los medios de comunicación ocuparon.
Queda en evidencia que en Sinaloa
la firma del gobernador tiene gran peso en las decisiones de legisladores de
diversos partidos políticos. Eso no es malo, no es perjudicial para la
democracia que el titular del Ejecutivo goce de un respaldo mayoritario entre
los diputados. El problema radica en que todos los legisladores quieren ser
afines al gobernador, abandonando la oposición crítica, inteligente e incidente
que regula los contrapesos del poder político.
Los medios de comunicación mostraron
su músculo. Dieron constancia local a la tesis de Edmund Burke sobre la influencia
que ejercen contra las decisiones de poder político. Dejaron
claro que existe pluralidad en los centros de poder –los medios el cuarto– y relación de fuerzas entre ellos, aun que
estos se agrupan fuera de las instituciones, con el riesgo que eso representa
para toda democracia.
La marcha de ayer es válida y
legítima en la representación de los interés del cuarto poder o el poder de los
medios, ellos pusieron el título de “Ley Morzada” refiriendo no al cuerpo
normativo que regula al órgano de procuración de justicia, sino al apartado
51bis que a toda luces mostró contravenir preceptos constitucionales.
Cierro con las reflexiones de
Ignacio Ramonet, escritor y profesor de comunicación en la Sorbona de París,
cuando se refiere a los medios de comunicación y a los periodistas como dos
entes en coexistencia pero con fines distintos. Según Ramonet, en la nueva era
los medios de comunicación buscan anunciar y vender, los periodistas informar,
de ahí que la comunicación perdió poco a poco el sentido informativo y
educativo, y por ello el periodismo pierde espacio en los medios masivos.
“Estamos en una era de
información en la que ya no hay contenido, ya no interesa para nada, el
contenido. La idea es precisamente vender, instalarnos en un mundo futurista.”
dice el Director de la revista Le Monde
Diplomatique especializada en temas de política internacional.
Sin duda, lo que Sinaloa ha
vivido en estos días es un cisma de ruptura a la continuidad, un antes y un
después en la organización del gremio periodístico y las empresas de la
comunicación en nuestro estado, este fenómeno social no se puede entender sin
la consideración de múltiples variables, una de las principales: el vacío de
oposición en la Cámara local.
Al final me quedo con una duda:
¿Qué estaríamos discutiendo si el 31 de julio, la periodista Claudia Beltrán no
se hubiera tomado el tiempo de leer lo que los diputados votaron? ¿Es que sólo
ella hizo bien su trabajo? Luego le seguimos.
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