Jesús Rojas Rivera
Viernes 25 de Julio de 2014
Mucho se ha escrito sobre la participación de los jóvenes en
política. Las administraciones públicas de todos los niveles tienen oficinas de
atención a la juventud. Los temas de juventud y mujeres son afiches de la
agenda pública muy socorridos por los políticos en los discursos de campaña.
Los jóvenes de entre 15 y 29 años representan el 26 por
ciento de la población en Sinaloa, poco más de 726 mil habitantes se encuentran
en ese rango poblacional que la ONU describe como el proceso que se vive entre
la infancia y la edad adulta, en donde se forman y arraigan los vínculos
sociales que acompañarán al individuo durante toda su vida.
Para los expertos, cultura política y juventud son eslabones
en la construcción de la democracia. Los jóvenes representan la esperanza para
la transformación, son piedra angular en la construcción de la ciudadanía.
Desafortunadamente, por descarado capricho, la clase política dificulta que
estos puedan incidir en la agenda pública.
Los institutos de la juventud, son en su gran mayoría,
elefantes blancos que albergan a los jóvenes consentidos de los gobernantes en
turno. Diseñan sus planes y programas desde una visión parcial e incompleta de
la problemática persistentes en los jóvenes. Plantean una homogeneidad
inexistente en la conformación de un grupo social diverso en su género, nivel
socioeconómico, cultura, vulnerabilidad e intereses.
Esta diversidad los aleja de la participación ciudadana. Los
jóvenes se mueven y se agrupan lejos de las instituciones, porque los políticos
dejan ver su miedo a la juventud políticamente organizada. Los partidos
políticos, instituciones de interés público, tienen los espacios y los
membretes para los jóvenes, las cuotas para los cuates o los hijos de los
políticos renombrados. Los jóvenes militantes y simpatizantes en los partidos
políticos son una minoría respecto de los cientos de miles que aborrecen y
rechazan la política, o lo que entienden de ella.
Poco después del paso del huracán Manuel, conocí a un grupo
de jóvenes que se ganaron mi respeto y simpatía por su manera de organizarse
más allá de las instituciones y los partidos políticos. En cuestión de horas
luego de terminado el meteoro, iniciaron trabajos de rescate y limpieza de
espacios públicos, se organizaron en brigadas y montaron centros de acopio. Las
redes sociales fueron su efectiva herramienta de comunicación.
Desde entonces, estoy en contacto con algunos de ellos. Pasada
la contingencia muchos regresaron a sus actividades escolares o laborales,
otros se agruparon en partidos políticos y los menos se quedaron trabajando en
la atención de temas sociales desde organizaciones de la sociedad civil.
Esos mismos jóvenes me presentaron una idea con un proyecto
de acción concreta. Lo titularon “Centro de Investigación para la Atención a la
Juventud”. Estudié sus esquemas, plataformas y propuestas, y confieso que me
dibujaron una gran sonrisa y me devolvieron la confianza en la juventud
sinaloense, que en últimas fechas nos ha mostrado su rostro solidario y
participativo.
La propuesta, puntual y práctica, plantea como eje rector la
investigación para la creación de políticas públicas hechas por jóvenes que
incidan en la agenda de los gobiernos en cuestiones inherentes a la juventud. Esto
con el apoyo de investigadores, docentes y ciudadanos que tengan interés en las
causas de los jóvenes, sin fines partidistas. Se declaran plurales y abiertos a
recibir propuestas e ideas de cualquier afinidad ideológica siempre que
comulguen con los valores democráticos.
Si los gobiernos y los partidos políticos se han olvidado de
ellos, la juventud no paga con la misma moneda. Si el gobierno no los atiende y
no cumple con sus expectativas, ellos se abren camino desde la participación
ciudadana en la construcción de la agenda pública, y eso, en la democracia, se
llama construcción de la ciudadanía efectiva.
Los jóvenes no se han olvidado de su responsabilidad social e
histórica. Felicito y abrazo la propuesta de estos sinaloenses que dejan es su
esfuerzo constancia de trabajo para quitarse el mote de “generación perdida”.
Les exijo como ciudadano perseverancia en su lucha para elevar la calidad
democrática de nuestro estado y me pongo a sus órdenes para avanzar en los esfuerzos
comunes. Qué orgullosos debemos estar todos porque, en
Sinaloa, la juventud no está dormida. Luego le seguimos.
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