viernes, 14 de noviembre de 2014

En el asalto se llevaron el dinero y la dignidad...

O P I N I Ó N 

Jesús Rojas Rivera

El municipio en México constituye unas de las instituciones gubernamentales más antiguas, para varios autores los ayuntamientos son figuras de autoridad que antecedieron al Estado, de ahí la importancia de su estudio y prevalencia. El de la Villa Rica de la Verdadera Cruz fue fundado en abril de 1519, mucho antes de que México fuera el Estado soberano que conocemos.

Desde la época colonial donde se encuentran los orígenes formales del municipio, las funciones en las competencias de su autoridad se fueron marcando; mercados, rastros, parques, panteones, vialidades, alumbrado, recaudación, así como la seguridad de las calles y lugares comunes.

La Constitución considera a la seguridad pública como un servicio a cargo del municipio el cual deberá ejercerse con el concurso del Estado porque así lo determina el artículo 21 de la Ley Suprema. La autoridad municipal debe realizar acciones para garantizar la tranquilidad, paz y protección de la integridad física y moral, así como el patrimonio de la población.

El Gobierno municipal de Culiacán no ha sido capaz de garantizar los mencionados preceptos constitucionales. Nuestra ciudad es azotada por una criminalidad inusual que parece estar fuera de control, desde hace más de seis meses diversas voces en la capital han pedido mayor atención al tema y no han sido escuchados.

El Alcalde Sergio Torres se ha empeñado en negar un aumento en las cifras rojas que presenta la delincuencia del fuero común en la capital. Ha dicho una y otra vez que vivimos en una ciudad segura y que la disminución en el número de denuncias respaldan sus dichos. En un debate con la realidad que se brota más allá de sus alegres cuentas; el munícipe parece perder la partida.

Diversos medios de comunicación han documentado un sinfín de delitos en la capital; robos a comercios, a casas habitación, robo de autopartes, de vehículos, asaltos a mano armada dentro del transporte públicos y afuera de cajeros, son constantes y recurrentes. Más allá de la cifra maquillada que muestra la autoridad, está el decir de las víctimas que no siempre acuden a presentar las denuncias correspondientes.

La exhibición más clara del clima de inseguridad que vive nuestra municipalidad ocurrió el día miércoles de esta semana, cuando fueron asaltadas las cajas de recaudación en pleno edificio del Ayuntamiento. Ahí, en sus barbas, se cometió un delito contra el patrimonio público, dejando en claro que la delincuencia tiene ganas de burlarse de la autoridad y sus cifras. Este delito que para nada es menor, le debe dejar claro al Alcalde que su Policía está rebasada, que los esfuerzos son insuficientes y su estrategia de seguridad es un eufemismo que no se respalda en hechos. En el asalto al corazón político y administrativo de nuestra capital, los ladrones se llevaron el dinero de los ciudadanos y la dignidad de la autoridad.

La administración de Sergio Torres pareciera no tener pies, ni cabeza. Le ha pasado de todo en muy poco tiempo, no sale de una crisis cuando entra en otra. Él es un político experimentado pero su equipo no le está dando resultados. Los números ahí están y el desplome de su carrera como administrador público comienza a asomarse. Debe tomar decisiones urgentes, él les ha entregado su confianza y ellos no le han pagado con resultados, ese gobierno de "expertos" que prometió no ha sido la diferencia, siguen sumando descalabros, caminan en contrasentido a su discurso.

Es evidente que el Ayuntamiento hace poco más de un mes inició una campaña de propaganda para "salvar" los múltiples desaciertos. Debe saber el Alcalde que un buen gobierno no necesita generar percepción, sino enfocarse en generar resultados que hablen por ellos mismos. Una mala estrategia de comunicación gubernamental es peligrosa, puede traer más consecuencias que beneficios. Comunicar por ejemplo que Culiacán es una ciudad segura después del asalto al Ayuntamiento, más que una mentira evidente, es cuando menos una ofensa a la inteligencia del ciudadano. Luego le seguimos... 

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