viernes, 29 de mayo de 2015

¿Democracia sin partidos políticos?

O P I N I Ó N 
                                                                                                                                                   J E S ú S   R O J A S   R I V E R A 

El desencanto con los partidos políticos ha llevado a muchos opinólogos a plantear temas como la eliminación de sus partidas presupuestales, la reducción de sus facultades en los procesos electorales, o incluso la extinción de los mismos.

Es innegable que los partidos políticos viven una crisis de legitimidad en las democracias modernas, este caso no es exclusivo de la realidad mexicana, la crisis de los partidos políticos es mundial, predominante en democracias jóvenes.

¿Puede una democracia existir sin partidos políticos? Para responder a la pregunta primero tengamos en cuenta lo siguiente: a) Los partidos políticos no son de la clase política -a lo que comúnmente llamamos "los políticos"-, son entidades de interés público, según la politóloga alemana Noelle Neumann: instituciones de la democracia donde se canalizan y politizan los intereses particulares en función de intereses generales, integrando a un individuo a la colectividad. En resumen los partidos políticos son el espacio para que el individuo haga público sus intereses privados o particulares.

b) En una definición mínima, el politólogo italiano Sartori plantea que: los partidos pueden ser cualquier grupo político identificado por una etiqueta oficial que se presenta a las elecciones como un medio legítimo para acceder al poder. Para el autor de diversos libros sobre teorización de la democracia, los partidos políticos son fundamentales para un régimen democrático, llegando incluso a plantear una clasificación sistémica para su estudio determinando dos variables, una numérica y otra ideológica -cuántos partidos existen y qué intereses se representan en ellos-.

c) El filósofo alemán Max Weber, afirmó que los partidos políticos "son una asociación que persigue fines deliberados plasmados en programas que tienen finalidades materiales o ideales".

Democracia y partidos políticos van de la mano, definitivamente no se puede entender la democracia sin ellos. La crisis de los partidos radica, precisamente, en la ausencia de los valores que motivó su nacimiento.

En el caso mexicano, paulatinamente han dejado de ser espacios de interés público, transformándose en clubes de intereses particulares, de camarilla, e incluso de intereses familiares.

Según el jurista mexicano Jorge Carpizo, los partidos políticos en nuestra democracia se "constitucionalizaron" en la reforma política de 1977, donde por primera vez se les concedió y reconoció personalidad jurídica, al mismo tiempo en el texto constitucional se pudo leer "Los ciudadanos de la República podrán hacerlo para tomar parte en los asuntos públicos del país".

Esa parte del texto constitucional fue uno de los puntos más importantes en el lento proceso de construcción de la democracia mexicana, el fragmento en mención plasmó en la Ley de Leyes el reconocimiento al derecho a la libre asociación, tema prácticamente proscrito por un partido hegemónico pilar del sistema político mexicano como lo conocemos.

Resulta interesante analizar la tesis de don J. Guadalupe Ramírez Álvarez, jurista y catedrático mexicano, quien afirmó que en nuestro País el Constituyente de 1917 no se preocupó por dar claridad al sistema de partidos. Es decir, posterior a la dictadura porfirista y al triunfo de la Revolución Mexicana, en las consecuentes luchas por el poder, los constitucionalistas no marcaron camino por la democracia de partidos, nunca plantearon el establecimiento de un modelo procedimental electoral y se concentraron en la exploración del "derecho social". Siguió pues durante muchos años la organización política en torno a caudillos que brillaban con luz propia -carrancistas, villistas, zapatistas, obregonistas, magonsistas, etcétera-.

Regresando a nuestros tiempos, en el marco de este proceso electoral histórico y coyuntural, valdría la pena preguntarnos: ¿las candidaturas independientes ayudan a la consolidación de la democracia o abren la puerta para el retorno del caudillismo arraigado en nuestros genes? Deberíamos cuestionarnos, ¿si el sistema de partidos, como lo conocemos, terminara por colapsar?

Definitivamente, yo creo en los partidos políticos como un instrumento fundamental para la democracia. Pero no creo en los partidos que violan la ley, que son instrumentos para la corrupción, que son franquicias familiares, que son nidos de impunidad, es decir, no creo en los partidos que nos está heredando la clase política en turno. Pero eso, como muchas cosas en nuestro País, es asunto de los actores y no de las instituciones. Luego le seguimos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario