viernes, 15 de mayo de 2015

Impunidad: culpas y culpables


El crimen de la menor María Guadalupe "N" en el municipio de Angostura ha movilizado al pueblo entero. La Reforma es un campo pesquero donde prácticamente todos los habitantes de la comunidad se conocen, donde los índices de alcoholismo y drogadicción han marcado una tendencia a la alza en los últimos años, donde la mayoría de las fuentes de empleo están en función de las temporadas de pesca y siembra. Se vive en relativa calma, pero la violencia no es ajena en sus calles. Cuando la niña desapareció, nadie esperaba el trágico final.

El clamor de justicia mezcla sentimientos extraños, los manifestantes, en su mayoría mujeres madres de familia, exigen lo que exigimos todos; el esclarecimiento del crimen y la sentencia de los culpables. Pero se lo exigen al Presidente Municipal, en tonos que rayan en amenazas, la gente de La Reforma, enojada con justa razón, emprendieron acciones contundentes que pueden llegar a radicalizarse, por ejemplo un "auto-toque de queda" y la amenaza de castigar ellos mismos a los delincuentes de su comunidad.

El cobarde asesinato de María Guadalupe es la gota que derrama el vaso, la exigencias de justicia suma el coraje contenido en muchísimos casos de impunidad, el 89 por ciento de los casos según algunos estudios sobre el tema en México. En Sinaloa por ejemplo la posibilidad de que un asesinato se resuelva, -entendiendo por ello el esclarecimiento del crimen y la sentencia de los culpables- es mínima. De cada homicidio que se comete en Sinaloa el 92 por ciento quedan sin castigo, el acceso a la justicia es un asunto de verdadera suerte.

Pero la culpa generalmente se va a la procuración de justicia, al Procurador se le endilgan las responsabilidades, de vez en cuando también le salpican al Gobernador. El titular del Poder Ejecutivo no está exento de señalamientos, en su afán de justicia las víctimas o sus familiares enfilan contra ellos, nunca o casi nunca, voltean a ver a los responsables del Poder Judicial.

Los jueces y magistrados de Sinaloa no están en el discurso de los quejosos, a los dolientes poco les importan la división de poderes, y eso es perfectamente entendible. Nadie en un momento de dolor y duelo se pone a reflexionar sobre la responsabilidad y jurisdicciones de las llamadas "instancias correspondientes".

El crimen de la activista Sandra Luz Hernández es un caso que dibuja y ejemplifica un tanto los párrafos anteriores. Por primera vez en la historia el Procurador de Sinaloa señaló de "absurda" e "irresponsable" la sentencia del Juez noveno penal al dejar en libertad al acusado del crimen, además cuestionó la "benevolencia de absolver imputados" de los juzgadores.

El Procurador habló claro: la persecución y consignación de los delincuentes, así como la representación de las víctimas la lleva su oficina. Las sentencias y absoluciones se dictan en los juzgados, en ese sentido nadie es culpable sin sentencia de por medio y las sentencias en Sinaloa brillan por su ausencia. Sinaloa es un estado con muchos delitos y pocos condenados, con muchas víctimas y pocos sentenciados.

¿Qué está fallando? ¿Los procesos o los sujetos? ¿Qué está complicando el acceso a la justicia de la víctima o sus deudos? ¿Qué esperanza tiene un sinaloense de saber que los delitos cometidos en su contra no quedarán en impunidad? Sin duda son preguntas muy difíciles de responder, son temas muy complejos a los que no podemos aventurar respuesta.

Lo cierto es que en Angostura se organizaron. Es que no tienen de otra, los números y estadísticas están totalmente en su contra. Por eso las protestas deben tomarse en serio, deben leerse más allá de las consignas expresadas por los ofendidos, se debe entender que las consignas expresan un desencanto más allá de los señalados en las pancartas, las protestas son también un llamado al Poder Judicial; a sus jueces y magistrados que absuelven culpables por compadrazgo o corrupción, a la fabricación de acusados y chivos expiatorios, a la transgresión al debido proceso, a la violación a los derechos humanos, a los que torturan como método de confesión, a la integración desfachatada de las causas penales y a todo aquello que nos mantiene como uno de los estados y países más impunes y corruptos del mundo. Luego le seguimos.


jesusrojasriver@gmail.com

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