viernes, 3 de julio de 2015

El PRI y la sepultura de las aspiraciones

O P I N I Ó N 
                                                                                                                                                             J E S ú S   R O J A S   R I V E R A 


Definido y votado el dictamen de la Ley de Instituciones y Procedimientos Electorales para el Estado de Sinaloa, replanteada la nue­va geografía electoral en los distritos, la descomposición-recomposición de las fuer­zas políticas al interior de los partidos y la posibilidad de candidaturas independien­tes, da inicio el proceso de sucesión de la Gubernatura de Sinaloa, del cargo más im­portante en la vida pública del estado.

Desde hace más de dos años, como nunca en la his­toria de Sinaloa salieron a la luz, voluntaria o involuntaria­mente, nombres de pretensos a la Gubernatura. El Partido Revolucionario Institucional, contrario a la tradición que con solemnidad solía guar­dar, permitió el juego de las aspiraciones, los velados des­tapes, los paseíllos de plaza, los "hombrazos" y "sombre­razos".

Y así, al interior del par­tido se fue configurando un escenario de múltiples pre-pre-candidaturas que en el co­rrer impostergable del tiempo llevó naturalmente a muchas de ellas al cementerio de las aspiraciones.

Más allá de los discursos políticos de aferrada nega­ción, están los hechos, el te­rreno de lo concreto, punto de partida para los análisis. De entonces; Enrique Jack­son, David López y Heriberto Galindo se encuentran muy limitados en la posibilidad de aparecer en la boleta co­mo candidatos a Gobernador. Son figuras importantes, de peso en el PRI, pero no tienen arraigo en las estructuras, las bases o las llamadas "fuerzas vivas del partido". Sus carre­ras, todas ellas envidiables pa­ra cualquier político local, se construyeron lejos, sin puen­tes y amarres sólidos con los que mueven la militancia en un estado de donde son pero no mandan, en donde influyen por coyuntura no así por su liderazgo.

Diva Hadamira perdió la oportunidad en un capricho, en la voluntariosa imposi­ción de Diana Armenta como candidata en un distrito que se veía difícil para el tricolor desde el principio. Señalan algunos priístas, que la Se­nadora de la República, lejos de acompañar en el momento amargo a la candidata derro­tada en su distrito y bastión, se fue a festejar un triunfo ajeno a Sonora. A estas alturas, la líder de las mujeres del PRI, tiene claro que está fuera de la boleta pero hará valer una decisión importante, la pro­pia sobre el candidato donde recaerán sus apoyos.

Daniel Amador carga en la reforma educativa sus pro­pios demonios, fue uno de los primeros en autodestaparse, pero no le ha ido bien. Gris en el discurso, movido en su es­pacio de confort, en los temas de su gremio, mantiene con­troles pero no le dan números para su aspiración. La nueva geografía electoral vendrá a apuntalar su liderazgo en el sur de Sinaloa, la estructura magisterial es una plataforma cohesionada que sirve mucho al agrupar electoralmente a comunidades de identidades distintas.

Aarón Irízar había cons­truido una campaña intere­sante, basada en una postu­ra mesurada e institucional. El perfil del precandidato moderado que acomoda a la perfección cuando existen varias fuerzas en disputa. En un desliz discursivo o una declaración descuidada en la ciudad de los Mochis, dejó ver que: de no encon­trar transparencia o condi­ciones en su partido, podría analizar otras opciones, in­cluyendo una candidatura independiente. La avalancha en su contra no esperó acla­raciones, intentó reaccionar pero el daño autoinflingido sigue a la fecha cobrando consecuencias.

Al día de hoy, tres candi­datos campean en el PRI, dos con amplias posibilidades y uno tratando de mostrar una altura que no tiene, cargado en hombros por un grupo po­lítico de referencias poco cla­ras en la configuración de las fuerzas que se mueven por la coyuntura nacional. Por eso es que Gerardo Vargas y Jesús Vizcarra son quienes apun­tan para un cierre interesante. Compartiendo la opinión del columnista César Velázquez: "En el PRI, el método de selec­ción será lo importante".

Exhorto

El Congreso Local, en el caso Sergio Torres, dictó un castigo con sabor a impuni­dad, una sanción tibia ante la flagrante violación de la Ley Electoral. Una petición blan­dengue a cumplir la ley, que dibuja de cuerpo entero la si­mulación en la que se mueven los actores políticos involu­crados. Este es un ejemplo cla­ro del porqué la ciudadanía ha dejado de creer en los partidos y la mayoría de sus actores. Luego le seguimos...

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