viernes, 8 de enero de 2016

Aquel Tribunal del escándalo

O P I N I Ó N
                                                                                                                      Jesús Rojas Rivera

Confieso que cuando escuché el audio no daba crédito: al micrófono la Magistrada Lucila Ayala de Moreschi –ya no sé si el cargo se debe poner con mayúsculas o minúsculas- acusaba de diversas felonías a sus pares en un evento público, involucrándolos en asuntos de corrupción, complicidad en adquisiciones fraudulentas, uso indebido de recursos, actuación dolosa y actos inmorales en oficinas públicas. Es para llenarnos de vergüenza, lo sucedido es digno de escribirse en letras de oro en la antología de lo absurdo.

Un tribunal es un cuerpo máximo donde se concentran las principales funciones del Estado en materia de justicia y legalidad. Quienes lo integran son, o mejor dicho, deben ser personas de intachable proceder, de probado conocimiento en materia jurídica  e incorruptible actuar.

Para que tenga usted una idea de lo penosísimo del caso, el órgano donde se suscitó el bochornoso acto nace por mandato expreso de la Constitución Política Sinaloense y es dotado de plena autonomía para conocer de las controversias que se susciten en relación con la legalidad, interpretación, cumplimiento que emitan, ordenen, ejecuten o traten de ejecutar las autoridades del Estado, de los municipios, sus organismos descentralizados o cualquier persona o institución que funja como autoridad y cuya actuación afecte la esfera jurídica de los particulares.

Imagine usted, el zafarrancho no fue entre locatarios de un mercado, entre agremiados a un sindicato o los militantes de un partido político. No. El argüende se da en uno de los órganos más importantes que tienen los sinaloenses para la solución de conflictos entre particulares y la autoridad.  

Según la Ley, entre los magistrados de la Sala Superior se elige al Presidente del Tribunal quien dura en el cargo dos años y no puede ser reelecto. Para entender el caso debe usted saber que tres son los magistrados que integran la Sala Superior: el ahora Presidente Gilberto Plata, la inconforme Lucila Ayala y Jorge Camarena quien concluyó sus funciones en la presidencia. En el marco del nuevo nombramiento se dio la discusión que se convirtió en una letanía de acusaciones. Así tal cual, la Magistrada Ayala les dijo de todo en todos los tonos posibles. Adivinó usted, el reclamo comenzó cuando el nombramiento no le favoreció.

Debe usted saber amable lector que los magistrados son los servidores públicos mejor pagados según el tabulador de sueldos del estado de Sinaloa, ganan incluso más que el Gobernador. Pero lo del sueldo parece ser lo menos importante, el fondo del asunto puede estar en lo siguiente: Como órgano autónomo el Tribunal del escándalo tiene absolutas facultades en la disposición de sus recursos públicos, el Presidente del mismo ejerce el presupuesto de manera discrecional en muchos aspectos.
El tono de la discusión y la bravura en los alegatos nos dejó claro lo que ya sabemos: el pleito es por controlar los presupuestos y el poder público que detenta la administración de la justicia en temas que terminan por sentenciar conflictos millonarios entre particulares y la autoridad.

La rebatinga entre los garantes nos recordó la profunda crisis que viven las instituciones en nuestro País y nuestro Estado. Nos sirvió para refrescarnos la memoria y hacernos ver que ahí en donde poco ponemos atención, hay millonarios intereses en juego y que, no solo la clase política está marcada por el desprestigio y la deshonra.

Los tribunales deben estar en escrutinio público constante, el enmudecido Poder Legislativo debe hacer su trabajo y ejercer de contrapeso efectivo en el actuar y función de los poderes del Estado. Eso es lo único que puede salvarnos de actos lamentables, dolorosos y vergonzantes como los que nos regalaron de inicio de año los magistrados del Tribunal de lo Contencioso Administrativo. Dicen los que saben que: “El desfiguro en el Tribunal, es señal inequívoca de que el sexenio está concluyendo”. Luego le seguimos...


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