viernes, 4 de marzo de 2016

Sobre participación ciudadana

O P I N I Ó N
                                                  Jesús Rojas Rivera

Aprovecho este espacio para compartir con ustedes algunas opiniones sobre “otras” formas de participación ciudadana e incidencia efectiva para cambiar poco a poco el espacio común en el que nos tocó vivir. Quiero enumerar, con ejemplos breves, lo mucho que se puede lograr cuando los ciudadanos nos decidimos a participar activamente en la solución de problemas comunes, cuando retomamos la esencia de la política, entendida no como una actividad exclusiva de partidos, sino como un espacio de interés común que busca resolver problemas sin causar otros.

Lo primero que debemos tener en cuenta es el respeto a las leyes y las instituciones, no podemos pretender cambiar nada fuera de la ley porque a la larga es contraproducente. Si la Ley está mal debemos cambiarla, pero nunca desobedecerla. Para cambiar la Ley están las Cámaras, -y los máximos tribunales vía la jurisprudencia-, en las Cámaras tenemos dos vías: la primera es la tradicional, con nuestros representantes electos mediante el voto directo, y la segunda mediante la iniciativa ciudadana, un camino poco explorado pero muy efectivo para mostrarles a nuestros representantes temas específicos, de interés común en los cuales deben legislar. En los dos caminos, no hay de otra, tenemos que convencer a nuestros diputados. ¿Cómo los convencemos?... Ahí es donde la imaginación y el ingenio hacen su parte.

Un ejemplo vigente de este tipo de iniciativas es la denominada “Ley 3 de 3”, que busca acabar con la corrupción mediante instrumentos de transparencia, rendición de cuentas y máxima publicidad. De manera general plantea lo siguiente: Un político no puede tener más de lo que genera y declara, todo político, funcionario o representante popular deberá obligatoriamente presentar tres documentos que son indispensables para evitar la corrupción. El primero es la declaración patrimonial, en ella se asientan sus bienes muebles e inmuebles, sus ingresos y sus deudas, así como las de su familia. ¿Cuánto tiene al ingresar al cargo público y cuánto tendrá al concluir el encargo? Es la pregunta central en la primera de tres partes.

La segunda tiene que ver con sus decisiones, los giros en los que tiene interés y relación comercial. Se llama declaración de conflicto de interés, busca evitar los típicos “favores” y “beneficios” mediante compras a modo, contratos por compadrazgo o sociedad y obras públicas en beneficio de su patrimonio. Es decir, cuando un servidor público en vez de cumplir con lo debido, guía sus decisiones en beneficio personal o de un tercero.

Y por último su declaración de impuestos, que compromete a decir el monto de sus percepciones anuales y el pago de sus obligaciones fiscales. Eso tiene una doble finalidad, la primera es que el político no deja de ser contribuyente y el segundo porque mantiene una congruencia entre lo que percibe y lo que tributa. La ley 3 de 3 es ambiciosa, de concretarse los casos de corrupción y enriquecimiento ilícito de funcionarios disminuiría considerablemente. Recuerde usted amable lector que México es, deshonrosamente, uno de los países más corruptos del mundo.

Otro ejemplo de la participación social para la incidencia efectiva está en organizaciones con fines específicos. En educación, por ejemplo, podemos mencionar a Mexicanos Primero y su lucha por la calidad educativa. Este modelo de participación explora en primera instancia la modificación del marco normativo en una reforma educativa -de la cual ya tenemos cuenta-, para después dar paso al tema de las políticas públicas que pongan en marcha programas y acciones que cumplan los objetivos trazados, por mencionar algunos: acabar con los aviadores, las plazas heredadas y los profesores de inglés que no dominan el idioma que enseñan.

En otros temas no menos importantes están por ejemplo: los derechos de los niños, y ahí tenemos organizaciones nacionales e internacionales de mucho prestigio como Save the Children. También se participa socialmente cuando las personas se agrupan en asociaciones de profesionistas, en ligas deportivas o círculos de interés por actividades específicas como ciclistas, ecologistas y artísticas.

Como podrán ver, la participación social no se limita a la marchas, mucho menos a movimientos contestatarios de radicalismo absurdo y trasnochado. Soy un convencido de que existen muchos caminos, miles de formas de cambiar nuestra realidad de manera organizada. ¿En cuáles participo o cuáles les recomiendo? Eso es una decisión íntima, como el credo que uno profesa y las pasiones con las que se decide vivir. Les dejo un abrazo, luego le seguimos.

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