viernes, 18 de marzo de 2016

Transporte escolar, la tragedia que no debemos esperar

O P I N I Ó N
                                                                                                               JESUS ROJAS RIVERA

Tengo dos hijos pequeños, lo que menos quiero es que esto ocurra, pero nada estamos haciendo para evitarlo. Miles de niños y niñas usuarios del transporte escolar en Sinaloa están en peligro inminente. Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son claros, los accidentes automovilísticos matan y lesionan a millones de personas al año. Los accidentes mortales tienen causas bien identificadas: exceso de velocidad, consumo de drogas y alcohol, falta de cinturones de seguridad y de sujeción en los niños. 

Hoy se cumplen exactamente dos años de que la Comisión Estatal de los Derechos Humanos presentó al titular de Vialidad y Transporte en el Estado, Domingo Ramírez Armenta, un informe denominado “Informe Especial Sobre el Transporte Escolar en Sinaloa”. El 18 de marzo de 2014, el Ombudsman sinaloense Juan José Ríos Estavillo concluyó: “es imperativo que la autoridad competente lleve a cabo las acciones pertinentes a fin de cumplimentar dicha normatividad jurídica” en referencia al interés superior del menor ante la evidente condición de vulnerabilidad a sus derechos, en particular, al de la seguridad de los niños y las niñas que viajan como pasajeros en vehículos de trasporte escolar en Sinaloa.

Pasados dos años, en Sinaloa seguimos sin un padrón fehaciente de vehículos que prestan el servicio de transporte escolar, no lo hay porque la autoridad de Vialidad y Transporte está ocupada en asuntos “más importantes”, como otorgar permisos para el incremento al transporte público. Las recomendaciones de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos están archivadas entre un montón de papeles en el cajón de asuntos sin importancia.

En las principales ciudades de Sinaloa las “camionetas amarillas” operan, en el mejor de los casos, con las mínimas condiciones de seguridad. La OMS ofrece un dato que las autoridades sinaloenses desconocen: “Si se instalan como es debido y se usan correctamente, los medios de sujeción de niños reducen aproximadamente un 70 por ciento las muertes de los menores de un año, y entre un 54 por ciento y un 80 por ciento las de los niños de corta edad”. Podría apostar que en Sinaloa no hay una sola unidad de transporte escolar que circule con los educandos sujetos a sus asientos. ¿Exagero? Revíselo usted mismo.

¿Qué tantos dividendos puede dejar el transporte escolar como para permitir su funcionamiento en total impunidad? Muchos, el negocio del trasporte de escolares es rentable, pues una sola camioneta puede transportar hasta 30 niños, cuando su capacidad es apenas para 15. A más niños transportados, mayor margen de ganancia, la seguridad de los menores no es un tema de cuidado, ni para los transportistas ni para la autoridad, y aunque parezca perverso, ni para los padres.

La mano de Dios o la fortuna es la que ha protegido a miles de niños que todos los días viajan de sus hogares a sus centros de estudios en el trasporte peligroso, nos hemos “salvado” de llorar una desdicha, pero los factores de riesgo están ahí, anticipándonos una tragedia que podemos evitar. Conductores sin licencia ni entrenamiento especial en manejo defensivo, vehículos irregulares y en malas condiciones mecánicas, sobrecupo, asientos sin medios de sujeción, exceso de velocidad y descuidos en la conducción.

No me quiero imaginar el ridículo discurso de los funcionarios públicos después de una contingencia: “Implementaremos de manera inmediata un operativo para detener a todas las unidades que no cuenten con los permisos o no estén en condiciones para transportar con seguridad a los alumnos” -dicho en un falso e hipócrita tono de preocupación-, como suele ocurrir pasada la tragedia, hasta entonces la autoridad tomará “severas” cartas en el asunto.
No debemos esperar a que ocurra la desgracia para condolernos y solidarizarnos con los padres, debemos exigir, ya y ahora, el cumplimiento estricto de la ley. Los derechos de los niños son primero y están por encima de cualquier interés incluyendo el de sus padres. No estoy en contra de las personas que de manera honesta nos ayudan al traslado de nuestros hijos a la escuela, pero debemos entender que en temas de seguridad, no podemos exigir menos. Como dijo José Martí, el poeta que le escribió a su hijo y su patria: “O nos condenamos juntos, o nos salvamos todos”. Primero los niños. Luego le seguimos...

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