O P I N I Ó N
Jesús Rojas Rivera
Corrupción, prepotencia y abuso
de poder son elementos indisolubles que acompañan los anti-valores de la
democracia. Sinaloa está plagado de políticos formados en la vieja escuela:
abusivos, tramposos, corruptos y vulgares. La formación del ente político
además de instruirse en las ciencias y la jurisprudencia, debe formarse en la
universalidad de los valores éticos y la sensibilidad sobre lo social, dijo
Azorín a principios del siglo pasado.
Es evidente que muchos de los
políticos sinaloenses han aprendido el arte de la política de oídas, son
servidores públicos líricos y empíricos, que han aprovechado la oportunidad
para abrirse paso en un sistema construido al “ahí se va”. La vieja escuela los
educó en modelos de enseñanza que les dejó por lo general tres características:
A) Presumidos, B) Ineficientes y C) Cretinos.
Esta semana, Sinaloa observó dos
casos que ejemplifican a la perfección esto a lo que hoy me refiero. Por un
lado, el hijo del expresidente municipal de Concordia, exdiputado local y
actual delegado federal de la SEP, y por el otro, el de un misterioso
funcionario que, cobardemente, sigue sin dar la cara respecto a una infracción
de tránsito por la que pidió no ser sancionado.
El hijo del papá. “Sí, todo aquel
que ofende a mi presidente Peña Nieto y mi superior y admirable Aurelio Nuño
cae de mi gracia. Los amo, gracias a ellos gano 3 veces más y voy por más en lo
que dure la reforma educativa”, es el mensaje que presumió en redes sociales
Francisco Medina Soto hijo del delegado de la SEP en Sinaloa Eligio Medina Díaz.
El texto lo describe de cuerpo entero: un muchachito servil ante los poderosos
y arrogante frente a los que pagamos con nuestros impuestos el sueldo
triplicado que se embolsa por el influyentismo. ¿Qué sería de su carrera sin
las relaciones del papá?
Mientras el “junior” se jacta de
las bonanzas económicas que le ha dejado la reforma educativa, en Sinaloa 536
escuelas no tienen servicios sanitarios, al menos 726 no cuentan con energía
eléctrica, 5 de cada 10 jóvenes de secundaria no desarrollan adecuadamente sus
habilidades matemáticas y apenas 1 de cada 10 menores con capacidades
diferentes recibe educación especial.
Y mientras el hijo del delegado
de la SEP se desvive en elogios para el Presidente de la República y Aurelio
Nuño, su padre enfrenta uno de los compromisos más exhaustivos en la historia
educativa del país: la implementación de una reforma que debe cambiar la
historia de México y de Sinaloa.
Según la asociación por la mejora
educativa “Mexicanos Primero”, Sinaloa tiene más de 12,028 plazas fantasmas, es
decir, sueldos que se cobran sin que alguien cumpla con la responsabilidad
laboral. Además, según el Índice de Cumplimiento de la Responsabilidad
Educativa (ICRE), nuestra entidad federativa tiene apenas 5.8 puntos de 10
posibles en infraestructura educativa y aprendizaje escolar.
Algunos profesores y burócratas
bien acomodados, como “Eligito”, pueden presumir que cobran tres cheques o
ganan tres veces más que el resto de sus compañeros. Pero también es verdad que
en Sinaloa es común que los profesores “de a pie” que están en activo, al
frente de grupo y trabajando bajo condiciones difíciles, se les retrase el
sueldo y se queden sin cobrar sus quincenas durante tiempo indefinido.
La reforma educativa nace,
precisamente, del reclamo social respecto al modelo fallido que imperó –e
impera- en México durante muchos años. Ese modelo que otorgó plazas a hijos de
sindicalistas sin mayor mérito que la herencia, que permitió que los sindicatos
de la educación manejaran millones de pesos en recursos públicos en cuentas
privadas. Sinaloa tiene ejemplos claros de enriquecimiento al amparo de la nómina
magisterial.
Eligio –padre- ya pidió disculpas
por el cinismo de su hijo, Eligio –hijo- salió a declarar que se trató de “una
bromita”. Si el primero fuera un político serio y el segundo un servidor
público profesional, ya hubieran renunciado por decencia, porque lo exhibido va
más allá de una burla a los profesores mal pagados y las evidentes carencias de
la educación pública en Sinaloa, porque en ese arrebato pretensioso, hijo y
padre exhibieron exactamente lo que la reforma educativa persigue y quiere
eliminar. Luego le seguimos…
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