viernes, 12 de agosto de 2016

Los que se van

O P I N I Ó N
                                                                                                                      Jesús Rojas Rivera

Alguna vez leí que la evaluación al desempeño de los diputados no podía hacerse en lo individual, que en todo caso sería injusto por las múltiples variables que influyen en el proceso legislativo. El desempeño de los diputados o la eficiencia del cuerpo legislativo sería más consistente al evaluar a las bancadas o grupos parlamentarios, o bien a las comisiones o a todo aquello que tome uno o más elementos de la compleja función camaral.

Pero eso es un tema que podría llevarse a tesis de posgrado, la discusión en la Ciencia Política sobre la “evaluación de la eficiencia legislativa” ha estado en el tintero de muchos politólogos amantes de la cuantificación y la estadística. Pero de algo puede estar seguro amable lector, hacer un ranking de diputados no sirve de mucho.

Las funciones de las y los diputados son múltiples, las principales son las propias del hacer, modificar y derogar leyes, pero eso es solo el principio. Un legislador tiene funciones muy importantes en los ejercicios financieros de los gobiernos, tanto en la asignación de los recursos públicos, como en la comprobación de su correcto ejercicio.

Pero también existe una función muy difícil de evaluar, tiene que ver con el uso de la tribuna, con la argumentación, la elocuencia y la defensa de las ideas que deberán representar la voz de los ciudadanos. Y eso sería verdaderamente complicado, la evaluación de los contenidos discursivos podría ser influenciada por la postura ideológica o afinidad política de quien hace o manda hacer la evaluación.

En Sinaloa está a punto de concluir la LXI legislatura, que ha sido severamente criticada por tirios y troyanos, he leído que a los diputados que cierran ejercicio se les ha llamado de mil formas, incluso Jesús Enrique Hernández Chávez ha tenido que aceptar que ha sido una legislatura de “pocas iniciativas pero de fondo, porque las leyes no se producen en línea”. Seguramente refiriéndose a la grandiosa ley que criminaliza el maltrato animal en un estado con el 98 por ciento de impunidad en delitos de altísima gravedad como el homicidio.

Pero más allá de ello, sin entrar en el debate para juzgar la “eficiencia” de los legisladores salientes, yo me atrevo a decir que salvo sus honrosas excepciones su actuar fue intrascendente, opaco e irresponsable. Comenzando por la indefinición de las bancadas, nunca se supo cuál era la oposición, ni cuál era la bancada afín al gobernante. Hicieron la función de comparsa, de chalán de trámites y asuntos sin importancia. La que concluye fue una legislatura muda y servil que mostró el rostro de la sumisión ante el Poder Ejecutivo.

En estos tres años hubo de todo, múltiples suplencias para aventuras electorales, cambios de bancada, iniciativas recicladas, ausencias sin suplencias, posturas incongruentes, silencios cómplices, y hasta un desafuero casi a regañadientes.

Lo más destacable a mi juicio es la participación de tres legisladoras que hicieron un intento por la dignificiación del Congreso. Pertenecientes a distintos partidos políticos, incluso entrando en duros debates entre ellas, las legisladoras Sandra Lara del PRI, Imelda Castro del PRD y Laura Galván del PAN, son sin duda las tres mujeres que dignifican la plana de este oprobio legislativo.

Esperemos que la siguiente legislatura dé muestras de altura política, así como esperamos también que muchos de los ineficientes que están a punto de concluir replanteen su camino y cambien de oficio. El ejercicio público en la Cámara requiere definiciones claras y posturas congruentes, en una democracia se puede ser dignamente oposición y dignamente aliado del goberante en turno, pero en un ejercicio deliberativo claro, franco, abierto y consecuente.

Concluye la legislatura y concluirá el sexenio, esperemos también concluya el “gatopardismo” legislativo en el juego siniestro de aquellos que con sus palabras defienden al pueblo y en sus hechos y actos lo traicionan. Desde Tegucigalpa, la tierra del cacique Lempira, les mando un abrazo a mis contados lectores. Luego le seguimos...

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