viernes, 30 de diciembre de 2016

¿A quién debemos culpar del desabasto y los gazolinazos?

O P I N I ó N

                                             Jesús Rojas Rivera

Camino a Valladolid, una centenaria villa colonial en la península de Yucatán, paramos en una gasolinera para cargar combustible. La respuesta fue la misma que kilómetros atrás: “no hay gasolinas, tenemos una semana vendiendo puro diésel”. Además de Yucatán y Quintana Roo, cosa que me consta, amigos y conocidos me han reportado desabasto en Colima, Veracruz, Jalisco, San Luis Potosí y Zacatecas, y seguramente habrá más lugares sin combustible. ¿Por qué en pleno diciembre vivimos esta escena tan a la “venezolana”?

El Gobierno federal en un intento de disculpa nos indica que son tres las causas principales que han provocado el desabasto. La primera es que en diciembre se incrementa el consumo de combustibles, pero hemos pasado varios diciembres y nunca se había visto un desabasto masivo que se extiende a más de 13 entidades del País. La segunda explicación es la baja producción de Pemex en el último bimestre por diversos procesos de mantenimiento y revisión de ductos, y por último, la excusa más extraña de todas: la falla de los ductos por el robo de gasolina.

Así como lo escucha. El gobierno asegura que es el robo de combustible una de las causas principales del desabasto, una aceptación tácita de la incompetencia gubernamental. ¿A quién corresponde el cuidado y protección de los ductos petroleros? Adivinó usted, al propio Gobierno federal. Es decir, el gobierno acepta que por su incompetencia, millones de mexicanos sufren desabasto de combustibles, aunque algunos expertos apuntan a otras causas.

Pero lo anterior no nos explica el aumento, y para ello debemos despejarnos de tanto dime y direte. Andrés Manuel López Obrador en su clásica retórica retardataria culpa al “PRIAN”, como siempre sin ofrecer argumentos, él dice que la culpa es de la “mafia del poder”. Interesante tomando en cuenta que el líder de Morena hace muchos años que no paga de su bolsa un peso de gasolina, vive como sabemos de las prerrogativas del partido y “otras” fuentes de financiamiento, hasta ahora no explicadas.

Pero bueno, lo que debemos tener claro es que el aumento de las gasolinas no guarda vínculo con la reforma energética, esa es una mentira fundada en la desinformación. La relación del aumento a los combustibles tiene que ver con el IEPS o Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, ese impuesto se paga por la producción, venta o importación de gaasolina, alcoholes, cervezas y tabacos principalmente, es un impuesto indirecto que el consumidor “en teoría” no paga (la realidad es que siempre terminamos pagando todo los consumidores finales).

Es decir, a juicio de su servidor, lo que está mal no es la reforma energética o la liberación del precio de los combustibles, sino el impuesto excesivo que el gobierno cobra a fin de mantener los altos gastos de la burocracia.

Este como todos los temas tiene que ver con la eficiencia del gasto del gobierno, por esa absurda idea de recaudar a costillas de los que siempre pagan, por eso creo que la responsabilidad ciertamente está en los legisladores que aceptaron la propuesta del Ejecutivo, pero ineludible también es la responsabilidad del titular del Ejecutivo y las secretarías involucradas.

Para finalizar quiero concluir con una reflexión: los intentos de “complot” o “boicot”  a los que llaman distintas voces en redes sociales y algunos medios de comunicación para “obligar” al gobierno a que reduzca los precios de los combustibles no son más que necedades absurdas y ocurrencias de momento. Si quiere darle una lección a los políticos a los que usted considere culpables de estos aumentos abusivos, la solución no está en berrinches, la solución está en la urna en las siguientes elecciones. Ahí cóbreles todas las ofensas de las que se duele, ahí descargue usted el coraje para que se enseñen a trabajar con seriedad y responsabilidad. Luego le seguimos...

viernes, 16 de diciembre de 2016

Quirino, gobernar no es fácil

OPINIÓN

                                                                                                      Jesús Rojas Rivera

En la comida un buen amigo me dijo: “No tiene experiencia gubernamental, apenas fue unos meses Diputado federal, él está en otro rollo, nunca ha vivido un estira y afloja para armar los presupuestos y los paquetes fiscales. Quirino va a entender de la peor manera que gobernar no es fácil, que se requiere un cuerpo sólido de asesores que sean eso, asesores, y no políticos que busquen empoderamiento en la cercanía con el Gobernador”.
 
Mi viejo amigo no se equivocó, en las primeras acciones presupuestales, al Gobernador electo se le complicaron los planes. ¿Por qué asumir costos innecesarios? ¿Por qué protagonizar en un ejercicio que formalmente no le corresponde? ¿Para qué empeñar el pequeño bono de legitimidad que todo gobernante tiene al tomar protesta?
 
El gran fallo del Gobernador electo fue de cálculo político, de tablas, de experiencia. Quirino decidió comenzar el ejercicio de gobierno peleándose con una base electoral que lo apoyó abiertamente, los micro, pequeños y medianos empresarios que en suma forman el 96 por ciento de la base tributaria que sostiene Impuesto Sobre la Nómina en Sinaloa. 
 
Platiqué con algunos amigos empresarios a los que los diputados les dieron su “regalo de Navidad”, ninguno de ellos está pensando en Malova, todos apuntan sus corajes contra Quirino, a quien consideraban un aliado hasta hace unos días. Sinceramente no hice ni el menor intento por explicarles quién arma los paquetes fiscales anuales y cómo se discuten en las comisiones los aumentos tributarios, cuáles son los papeles del Ejecutivo y el Legislativo en la materia. Si la oficina de comunicación de Quirino no hace su trabajo y los diputados de su partido le dejaron llegar el agua hasta el cuello, ¿por qué habría de aclararles algo que además es muy difícil de creer?
 
Con esas peripecias arranca el Gobernador a menos de 15 días de tomar protesta, los que saben y estuvieron en su campaña entenderán el por qué de las cosas. Quirino está pagando los costos de la falta de oficio político, la novatada que anticipa un periodo de gobierno de altibajos. Si el Gobernador electo quiere salir adelante, tendrá que quitarse de lado a todos los actores políticos que buscan veladamente su perjuicio. Él los conoce y sabe perfectamente sus alcances.
 
El que verdaderamente está de festejo es el Gobernador Mario López Valdez, la transición le está saliendo barata, él y sus operadores han demostrado destreza para jugar sus roles, su relevo está cargando los platos rotos, con pacto o sin él, Malova le está dando clases de cómo se mueve el mazo de la baraja en las manos de los tahúres.
 
**Apunte final**
 
Hoy por ejemplo la burocracia sinaloense protesta porque solo les pagarán una quincena de sus dos meses de aguinaldo. ¿Cuánto le pagan a usted por esta prestación de fin de año? ¿Por qué la clase política y la burocracia deben recibir mayores prestaciones que el común de la población? ¿Por eficientes? ¿Por prestar sus servicios al Estado? Si el tema es que el Gobierno está en crisis, bien debieran asumir los recortes a sus prerrogativas. 
 
Si Quirino quisiera enmendar los daños que los impuestos han causado, debería hacer un llamado a los burócratas enardecidos a mantener la calma y regresar a sus puestos de trabajo abandonados en protesta. Debería en el arranque de su administración ajustar los gastos generados por la alta burocracia, eliminar los dobles sueldos y las plazas duplicadas o triplicadas. 
 
Yo le sugeriría un mensaje contundente: “Debido a la crisis, en mi Gobierno solo pagaremos aguinaldos conforme a la Ley, aquellos trabajadores que quieran luchar por Sinaloa en total austeridad y eficiencia sean bienvenidos, los que no, con gusto les recibimos su renuncia”. Con una declaración así, entonces se ganaría el respeto de muchos miles de ciudadanos. Luego le seguimos...

viernes, 9 de diciembre de 2016

El PAN en su encrucijada

O P I N I Ó N

                                                                                                                     Jesús Rojas Rivera

El próximo domingo 11 el Partido Acción Nacional celebrará elecciones en Sinaloa, los casi 15,000 militantes del blanquiazul en el estado elegirán al próximo dirigente estatal. Dos figuras pelean a sangre y fuego el cargo, por un lado el mazatleco Alejandro Higuera Osuna y por otro el concordense Sebastián Zamudio Guzmán, entorno a ellos los grupos políticos del blanquiazul están verdaderamente enfrentados.
 
Durante la breve campaña los aspirantes se han dicho de todo, bastó ver unos minutos el debate organizado por la Comisión Electoral para darse cuenta que las acusaciones mutuas demuestran lo que a todas luces se asoma, el “pleito” albiazul no es simulación. 
 
El PAN sinaloense en sus últimos años ha vivido momentos críticos, se desplomó a tercera fuerza estatal y como es natural esa derrota “nació huérfana”. Lejos de superar sus adversidades y asumir sus responsabilidades los liderazgos se dedicaron a repartir culpas entre ellos. 
 
Entreguistas, vendidos, tramposos, aprontados, corruptos, simuladores, son los calificativos con los que se expresan los candidatos y simpatizantes en contienda. Queda muy claro que el peor enemigo de un panista, es otro panista. ¿Por qué se faltan tanto al respeto y se tratan con tanto desprecio? Recordemos un poco de historia.
 
El PAN no nació como un partido satélite del PRI, por el contrario, se gestó en la lucha de una oposición firme al tricolor, los panistas se jactan de ser un partido con ideología y mística, con tener una plataforma de valores políticos bien cimentados en el humanismo, doctrina filosófica que los hace diferente a cualquier otra institución política del país. 
 
Desde siempre el PAN ha vivido sus procesos electorales a flor de piel, grandes desencuentros se han dado a lo largo de la historia del partido. La mayoría de los desencuentros pasaron del orden ideológico al pragmático, memorables aquellos desencuentros de Pablo Emilio Madero contra González Morfín, Manuel Espino contra Felipe Calderón, o los del propio Calderón contra Castillo Peraza, para no irnos lejos valdría la pena recordar los airados desencuentros entre Madero y Cordero en torno a la dirigencia nacional, o los desencuentros que marcan los tonos de esta campaña enrarecida, los de Calderón contra Anaya y Moreno Valle en torno a la disputa por la candidatura presidencial. 
 
Pero en Sinaloa las diferencias, afrentas y confrontaciones no responden al orden ideológico, sino de lo prragmático, de la conveniencia e interés. Así, los panistas baten los tambores de guerra, el domingo habrá una elección cerrada donde resulta difícil anticipar un ganador, la moneda está en el aire. Ningún otro partido vive procesos electorales como en el PAN, ni en el PRI que es el más vetusto de los partidos están acostumbrados a elegir a sus dirigentes, la lógica del tricolor es y será el dedazo, la línea y la disciplina abyecta. Pero tampoco en partidos “modernos” están acostumbrados a elegir, la sumisión partidista también es propia de Morena, en el partido de Andrés Manuel López Obrador todo aquel que se opone a una directriz nacional es expulsado y considerado “aliado de la mafia del poder”. 
 
El PAN nunca ha sabido explotar su costosa democracia interna, nunca escuchará usted un discurso propositivo de sus candidatos, los contendientes parecen estar acostumbrados a ganar dañando al contrario, es más una pelea de gallos que un juego de ajedrez. Pero el tono de los contendientes es el que le gusta al electorado blanquiazul, la  militancia es pasional y guarda rencores añejos, le tienen un extraño amor-odio al partido y sus líderes. Nunca me dejará de sorprender, muchos panistas son feroces críticos ante su dirigencia y dóciles voces frente a los gobiernos del PRI y los partidos antagónicos. 
 
El PAN tiene en sus manos el destino de su futuro, si son capaces de procesar sus diferencias haciendo valer el arte de la política, privilegiando el diálogo y abrazando por un momento los ideales de sus fundadores, podrán ser el partido competitivo que muchos ciudadanos esperan para poder hacer frente a la izquierda que cierra filas en torno a Andrés Manuel López Obrador. Si por el contrario, desprecian la paz y se declaran la guerra, formarán parte de la oposición en el mandato de aquél que ellos mismos apodaron “el peligro para México”, mientras tanto, el mayor peligro para el PAN es el panismo. Unidad o división, esa es la encrucijada. Luego le seguimos...

viernes, 2 de diciembre de 2016

Socialismo falaz

O P I N I Ó N

                                                                                             Jesús Rojas Rivera

En 2006 llegué al aeropuerto José Martí en un vuelo de Cubana de Aviación, una de las pocas empresas estatales competitivas en la isla. Era parte de un contingente de 25 compañeros, alumnos de diversas carreras de la Universidad de Guadalajara, la mayoría consejeros y presidentes estudiantiles. Estaba entusiasmado con el viaje desde hace muchos años, más por la tradición de libre cátedra que por directriz académica, en mi Alma Mater se impartían clases de socialismo. Tengo bien presente que mi primer contacto con el socialismo en Cuba fue un letrero gigante que alcancé a ver por la ventanilla del avión: “Muerte a los traidores y enemigos a la Revolución”. 
 
¿Quiénes?
 
El socialismo plantea una atractiva igualdad para todos los cubanos, un modelo utópico donde a decir de Ernesto “Che” Guevara: “El Estado provea lo necesario para la vida”, un paradigma distinto de distribución de la riqueza, en donde no existe la propiedad privada, sino la propiedad comunal. Donde el Estado “justo” interviene en todas las fases de la economía y donde toda participación política se debe conducir bajo el mando de un partido único, el Partido Comunista de Cuba. 
 
En mis primeros días de estancia asistí a una ceremonia de la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes, una organización estudiantil de izquierda que agrupaba a líderes bachilleres y universitarios. Al terminar el evento caminamos a Coppelia, una heladería muy popular en la capital cubana, había dos formas de comprar en ella: como turista y como cubano, la diferencia era el precio y la fila, el sabor era el mismo. Los cubanos y nosotros que teníamos categoría de invitados por el régimen debíamos formarnos al menos una hora para comprar un helado a precio de 3 pesos cubanos, 1.5 pesos mexicanos de entonces. Mientras que si decidías la opción turista te costaba 5 CUC, más o menos 4.5 dólares. Cierto es que todos los cubanos tenían derecho a comprar un helado, pero sólo uno. Me queda claro que el helado no es un alimento, pero la escasez y racionalización de bienes de consumo no era exclusiva para dulces o postres. En la isla nunca se tenía suficiente de nada.
 
Todos los días recorría las hermosas y destartaladas calles de La Habana junto con amigos del Partido Comunista, cuando ellos me acompañaban la gente se veía feliz y nadie nunca habló mal del Comandante Fidel. Conocí entonces la obra literaria de uno de mis autores favoritos, José Martí, mis guías eran amantes de la historia oficial de su país, el recorrido nos mostraba la parte más vanguardista de la capital, barcos rusos y españoles en el puerto descargaban mercancías y automóviles. Nosotros paseábamos en un Cadillac hermoso, pero en Cuba no todos los ciudadanos pueden tener automóvil, para poseer un automóvil debes tener un salvoconducto, lo mismo para adquirir un inmueble. 
 
Un día que no me acompañaron los guías oficiales platiqué con múltiples personas, y no todas amaban a Fidel. Muchas se quejaban de la escasez de alimentos y la falta de servicios, el periódico oficial Granma se dedicaba al elogio de toda acción de gobierno, estaba proscrito el derecho a opinar ideas “contra revolucionarias” y estaba prohibido también salir del país bajo cualquier circunstancia. El cubano que abandonaba su tierra tomaba la categoría de traidor y si regresaba se iba a la cárcel, las familias de los exiliados sufrían consecuencias, en Cuba el régimen confundía constantemente la justicia con la venganza. 
 
Nunca olvidaré aquél día que en el monumento al libertador Antonio Maceo conocí a Miguelillo, un jovencito que volaba un papalote. Me aseguró que nunca en sus 10 años de vida había probado un chocolate, así que fui a mi hotel y le regalé uno, y él en gratitud me regaló su cometa. Entonces me dijo: “Yo he soñado con hacer un papalote muy grande para amarrarme con mi mamá y salir volando de aquí”, le pregunté que si a dónde quería ir, y respondió: “A donde sea, a donde mamá no llore porque le dicen puta traidora, y donde a mí me dejen de decir hijo de traidor”. En el resto de la plática me enteré que su papá murió en el mar cuando intentó huir en una lancha de llanta en 1999. Mi sueño revolucionario se desmoronó ante las palabras del muchacho, la Cuba socialista que Fidel vendía al mundo era en realidad la máscara de una perversa dictadura que apenas estaba descubriendo. Luego le seguimos...