O P I N I Ó N
J. Jesús Rojas Rivera
No
es materia de este columnista hablar sobre los motivos que desataron la
violencia en Sinaloa, no me especializo en asuntos de seguridad o
narcotráfico, ese es un tema complejo del cual se dicen muchas cosas -no
siempre verídicas- y es terreno propio para la especulación. Desde este
breve espacio tampoco se pretende hacer un juicio sobre la estrategia
de seguridad que, siendo cual sea, evidentemente no está funcionando.
Quiero
más bien hablar de algo que me gusta y entiendo, se llama Comunicación
Gubernamental, el sociólogo alemán Niklas Luhmann la liga íntimamente
con la Ciencia Política y la Administración Pública, o con el Sistema
Político en su conjunto.
La
“government communication” plantea modelos efectivos para las múltiples
formas de comunicación que se generan desde el gobierno para los
gobernados, pero no en la lógica tradicional de mando-obediencia, sino
más bien como un medio de legitimación y consenso que certifica las
acciones del gobernante y respeta los derechos de información de los
ciudadanos, además sirve como referencia de comunicación
interinstitucional.
Las
visiones más retardatarias consideran que el gobierno solo comunica en
boletines y ruedas de prensa. Esta limitación de enfoques niega al
gobernante el entendimiento del nuevo y complejo paradigma de
comunicación que incluye las acciones, posturas, declaraciones y
actividades del gobernante durante la función formal del cargo y sus
tiempos libres, porque la envestidura es de 24 horas desde la toma de
protesta hasta la conclusión formal del mandato.
De
esta manera alguien debió decirle al Gobernador que asistir de manera
desenfadada a la final del beisbol en uno de los días más violentos de
los últimos años mandaría un mensaje claro de desinterés e indolencia
sobre uno de los temas que ya se posicionaba como foco rojo en la
opinión pública local y nacional.
Me
queda claro que Quirino Ordaz Coppel tiene pésimos estrategas de
comunicación, ese reducido equipo -no en tamaño sino en talento- le está
complicando el arranque del mandato al punto que en sus primeros días
de gobierno las referencias de aceptación o respaldo social van a la
baja. El abucheo en el estadio lo confirma.
Desde
la campaña se dijo en este y otros espacios que Quirino no sabe
comunicar, en menos de 50 días de gobierno ha cometido errores
importantees, lo que nos muestra que el modelo de comunicación está mal
enfocado o simplemente no lo tiene. El gran error que a mi juicio están
cometiendo en el equipo del Gobernador es, precisamente, la falta de un
plan estratégico de comunicación gubernamental.
La
teoría dice que cuando un gobierno enfrenta una crisis lo mejor que
puede hacer un gobernante no es evadir las preguntas, sino trasmitir
mensajes concretos y certeros en una línea de comunicación estratégica
que se anticipe a las preguntas elementales que genera el caso. La
anticipación a la acción noticiosa es un tema de alto valor para los
gobiernos, si los equipos de comunicación logran entender la compleja
lógica de la acción mediática y generan para ello un modelo de
prevención-acción-reacción obtendrán entonces una herramienta de alto
valor público que permitiría al gobernante mandar mensajes claros y
efectivos.
Para
evitar que el Gobernador diera declaraciones en materia de seguridad se
decidió que el subprocurador de la zona centro, Julio Cesar Romanillo,
fuera el vocero para tales temas. Pero la vocería ha servido de muy
poco, porque la escueta información ha salido con tropiezos desde la
oficina de comunicación social de la PGJE o de lacónicas declaraciones
del procurador. Aún con ello, entrevistado al cierre de un evento con
ganaderos minutos después del enfrentamiento en Villa Juárez, el
Gobernador declaró en evidente tono de molestia que “apenas tiene un
mes” en el cargo, en otro indudable traspié de comunicación.
Quirino
tiene un gran reto y poco tiempo, debe poner orden al interior de su
equipo. La construcción de la imagen de “buen gobernante”
obligatoriamente pasa por el tamiz de la comunicación gubernamental
efectiva, que tampoco debe ser entendida como el maquillaje para las
malas decisiones. Yo no sé quién le dijo que asistiera al beisbol, pero
él o la responsable de la acción le asestaron un golpe cuya cicatriz
dejará profundas huellas en su gobierno. Así de importantes y
definitorias son las decisiones en tiempos de guerra. Luego le seguimos.
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