O P I N I Ó N
Jesús Rojas Rivera
SDP noticias de Federico Arreola publicó ayer una evaluación sobre
aprobación y desaprobación de gobernadores en México. Los resultados son
escandalosos: de una calificación de 0 a 100 la media nacional se
encuentra en 29.7. Los gobernantes Márquez de Guanajuato, Pavlovich de
Sonora, Moreno Valle de Puebla y Rosas Aispuro de Durango son los
punteros en la tabla pero ninguno de ellos sobre pasa el 50 de
calificación.
Según el portal noticioso, Quirino Ordaz Coppel está por los
sótanos de la medición con apenas un 21.7, muy por debajo de la media
nacional. ¿En realidad es tal la desaprobación del gobernante? ¿Se puede
confiar en la metodología del estudio? ¿La métrica es la adecuada para
este tipo de evaluaciones?
Me gusta desmenuzar los números, la evaluación de los gobiernos
siempre es interesante para los que nos dedicamos a esto. El politólogo
que no entiende las generalidades de la estadística es uno más del
montón, solía decir el profesor Miranda, titular en la clase de métodos
cuantitativos de decisión en mi carrera.
Con el tiempo aprendí que hay números que reflejan una realidad
evidente, otros que sacan a la luz verdades ocultas y otros que
simplemente se publican para justificar falacias. En abril del año
pasado escribí para este mismo diario una columna titulada “Mitofsky, De
las Heras y Sáenz: el rol de las encuestas”, entonces afirmé algo que
sigo sosteniendo: “los estudios de opinión en México son más un asunto
de mística que de razón” sobre todo cuando se trata de evaluación de
preferencia electoral y calificación de gobernantes.
Siempre he dicho, a manera de recomendación a mis clientes o
lectores que para que acepten o den por válida una encuesta o estudio de
opinión, primero deberán verificar cinco aspectos fundamentales en el
proyecto: A) Información detallada de la población sujeta a estudio, B)
El fraseo exacto de la o las preguntas, C) La frecuencia de no respuesta
y nivel de rechazo, D) El método de recolección de información, E) El
nivel de confianza y marggen de error.
En congruencia con lo anterior y siguiendo este mínimo tamiz de verificación me permito opinar lo siguiente:
La población sujeta a estudio según SDP es “a personas mayores de
17 años residentes en la entidad federativa correspondiente con acceso a
Facebook”, al respecto no se aclara si la identidad de los encuestados y
la residencia se corrobora de manera efectiva, para evitar la respuesta
de personas ajenas a la entidad o el sesgo evidente y constante de que
la identidad no corresponda al perfil de la red social (por ejemplo, en
Facebook afirmo vivir en Saint Tropez, Francia).
En la versión publicada del estudio no se hace de conocimiento el
fraseo exacto de las preguntas que dan forma a la encuesta, es decir no
podemos determinar la relación de las tablas presentadas con preguntas
directas, restando credibilidad a ella (la respuesta es sí, ahora dime
cuál es la pregunta, decía Woody Allen).
No se contempla una tabla de frecuencias sobre el nivel de
respuesta efectiva y/o rechazo de las preguntas, tampoco se tiene clara
la variación de encuestas válidas sobre no validas, es decir, aquellas
que por la naturaleza de las respuestas no se pudieron tomar en cuenta
para el modelo (en un estudio de opinión serio cuenta tanto lo que se
dice como lo que se deja de decir).
El método de la recolección de información se marca como vía
Facebook con 10 mil 733 casos en un promedio de 355 mexicanos por
entidad federativa. Esto evidentemente nos deja claro que el estudio no
se sostiene en el “rigor metodológico” para afirmar que los márgenes de
error son los que se presumen con 95 por ciento de confianza. Un ejemplo
sencillo es que hay entidades con pocos gobernados como Nayarit y
Colima y otros con muchísimos más como Estado de México y Veracruz, eso
aceptando sin conceder que en cada uno de ellos los usuarios de redes
sociales mantuvieran la misma composición y el mismo número (el nivel de
confianza es más que un número con un símbolo de porcentaje a lado
derecho).
Al final yo no tomaría por válida la encuesta, es cuando mucho un
referente de redes sociales, un ejercicio que nos asoma a la opinión en
Facebook. Y sin defender a Quirino, yo podría decir que al menos con
esta herramienta no podemos asegurar que su aceptación y credibilidad
está por los suelos. En estricto sentido, para mí tiene la misma o mayor
validez estadística la rechifla que se llevó el Gobernador en el
estadio durante la Serie del Caribe que esta ocurrencia metodológica de
un tal Federico Arreola al cual, en mi opinión, le falta ser más serio.
Luego le seguimos…
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